Una lápida sencilla con una tipografia preciosa, junto a la de su esposa Vera, en un rincón apartado de un bonito cementerio de una de las ciudades mas bonitas del mundo. Así reposa Igor Stravinky. Llama la atención eso, la sencillez, pero también el abandono en la que se encuentra. Tan solo unas monedas (que no se que significan), un pedazo de papel con una música escrita que no he reconocido y alguna flor marchita adornan la sepultura de uno de los mayores músicos de todos los tiempos, para mí Top 4 con Bach, Mozart i Beethoven. El hecho invita cuanto menos a una reflexión sobre el sentido de la vida.
Tal vez al bueno de Igor no le hace falta nada mas, ya tiene su música para mantenerse en nuestro recuerdo por siempre.
No se si es casualidad pero a escasos metros de él reposa tambien Sergei Diáguilev, el promotor de los Ballets Rusos, la persona que confió en Igor y que cambio para siempre la música.